lunes, 3 de mayo de 2010

INAUGURACIÓN DE LA CONFERENCIA MUNDIAL DE LOS PUEBLOS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LOS DERECHOS DE LA MADRE TIERRA

Valle de las flores, es el nombre que le dieron a Tiquipaya, un pueblito que se encuentra al oeste de Cochabamba, que con el paso del tiempo ha adoptado un toque de arquitectura urbana, pero que aún conserva su aroma a chicha que proviene de las casitas más antiguas del lugar y el ruidoso canto de los pájaros o una solitaria quena le recuerdan a uno que está en un tradicional pueblo en corazón de Bolivia; la soleada mañana del 20 de Abril Tiquipaya fue el gran escenario de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra.

Añejos pinos, verdes y llenos de vida hacían el papel de gigantes recepcionistas a la floreada población, bus tras bus llegaba gente de los cinco continentes, de todas las edades, estatus y  estratos sociales; afanados se dirigían al estadio de Tiquipaya, wiphalas, vestimenta típica, lenguas, acentos, tonos de piel y banderas del mundo conformaban la miscelánea que le dio colorido y encanto a las calles del lugar, Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, inauguraría la Conferencia.
El intenso sol no fue motivo para abandonar el campo deportivo en el que se llevaba a cabo la inauguración del gran encuentro, reconocidas personalidades y representantes de importantes organizaciones iniciaron el evento con discursos de bienvenida y agradecimientos a la sede, Evo Morales fue aplaudido y abucheado por su coloquial discurso en el que resaltó la importancia del cuidado de la Pachamama, el daño que el actual modelo económico, el capitalismo, le ha hecho a la tierra y la contaminación que ocasiona el ser humano con el excesivo consumo al que se ha acostumbrado.

Mientras tanto el campus universitario de la Univalle se preparaba para recibir a todos los participantes que se darían cita al desarrollo de la esperada Conferencia, las pequeñas calles de Tiquipaya estaban llenas de vendedores ambulantes, los propios pobladores decidieron innovar algún negocio callejero desde tejidos autóctonos, fruta y por supuesto comida, los extranjeros quedaban fascinados ante la peculiar y sabrosa gastronomía.
Ya en la tarde, pasada la ceremonia de inauguración, con las manos en alto, la gente comenzó a llegar al campus universitario acompañada de música, baile y mucha alegría, desde el ingreso se podía observar diversos stands de todas partes del mundo con diferentes propuestas, reclamos, urgencias, informes, bibliografía, arte, artesanía, juegos y cocina ecológica, entre otros, actividades que llamaban la atención de todo participante.

Los jardines fueron el lugar perfecto para conocer gente, descansar, o conversar con los amigos a cerca del histórico encuentro; poco a poco las filas para ingresar a los paneles crecían, pues importantes personalidades presentarían sus impresiones sobre diversos temas relacionados con  la urgencia de salvar al planeta; la ponencias más sobresalientes fueron  las de Alvaro García, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, quien culpó al capitalismo por el desgaste acelerado del planeta; Frei Betto, un reconocido fraile, dominico y escritor brasileño quien apeló a la responsabilidad del ser humano para salvar al planeta y habló sobre nuevos modelos para restablecer la armonía con la naturaleza; Javier Albó, escritor español explicó el concepto del Suma Kamaña, “no se trata de tener más sino de ser más” manifestó y los participantes aplaudieron con ánimo.

Uno de los sucesos más destacados en la jornada de inauguración de la Cumbre fue la intervención del Canciller boliviano, David Choquehuanca, líder reconocido a nivel mundial, quien generó gran expectativa y concurrencia; recibido por sikus, un conjunto musical de instrumentos nativos, ponchos rojos, la autoridad  habló del modelo de desarrollo que los pueblos indígenas proponen implementar, “un desarrollo sustentable, armónico y  con identidad, nuestra propuesta va en contra del capitalismo y más allá del socialismo” indicó; banderas flameaban entre intensos aplausos por el reflexivo discurso, momento en el que señaló “nosotros, la cultura andino amazónica no aplaudíamos porque disipa la energía, decíamos jallalla con las manos en alto” y la multitud respondió ¡jallalla!.  

Así el atardecer anaranjado sentaba presencia en el florido valle de Tiquipaya, mientras las ponencias de ese inolvidable martes terminaban, la gente se alistaba para dirigirse a sus respectivos hospedajes; pero el pueblo vivía una fiesta; la placita estaba llena de gente que expresaba alegría y regocijo en sus rostros; el arte callejero le otorgó formas, sonidos, color y belleza a la tibia noche tiquipayense que se extendió hasta la madrugada convirtiéndose así en una experiencia sin precedentes para todos los partícipes del extraordinario encuentro.   

    Gabriela Silva Guzmán

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